El periodo
comprendido entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII es
conocido como el Siglo de
Oro por
el florecimiento de las artes y las ciencias que se produjo.
Durante el siglo
XVI España llegó a tener una auténtica fortuna de oro y plata
extraídos de «Las Indias».
En el estudio económico realizado por Earl J. Hamilton, «El tesoro americano y
la Revolución de los precios en España,
1501–1659», esa fortuna tiene unas cifras concretas. Hamilton describe que en
los siglos XVI y XVII, desde 1503 y durante los 160 años siguientes, durante la
mayor actividad minera, arribaron desde la América española 16.900 toneladas de
plata y 181 toneladas de oro. Sus cuentas son minuciosas: 16.886.815.303 gramos
de plata y 181.333.180 gramos de oro.
Se decía durante
el reinado de Felipe II que
«el Sol no se ponía en el Imperio», ya que estaba lo suficientemente
disperso como para tener siempre alguna zona con luz solar. Este imperio,
imposible de manejar, tenía su centro neurálgico en Madrid sede de la Corte
con Felipe II, siendo Sevilla el punto
fundamental desde el que se organizaban las posesiones ultramarinas.
Retrato de Carlos II por Tiziano.
Escudo de Carlos II.
Como consecuencia
del matrimonio político de los Reyes Católicos y de los casamientos
estratégicos de sus hijos, su nieto, Carlos I heredó
la Corona de Castilla en la península
Ibérica y una incipiente expansión en América (herencia de su abuela Isabel);
las posesiones de la Corona de Aragón en el Mediterráneo
italiano e ibérico (de su abuelo Fernando); las tierras de los Habsburgo en Austria a las que él
incorporó Bohemia y Silesia logrando
convertirse tras una disputada elección con Francisco I de Francia en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de
Carlos V de Alemania; además de los Países
Bajos a
los que añadió nuevas provincias y el Franco
Condado, herencia de su abuela María de Borgoña;
conquistó personalmente Túnez y en pugna con
Francia la región de Lombardía.
Era un imperio compuesto de un conglomerado de territorios heredados,
anexionados o conquistados.
La dinastía Habsburgo gastaba las
riquezas castellanas y ya desde los
tiempos de Carlos V pero en mayor medida a partir de Felipe II, las americanas,
en guerras en toda Europa con el objetivo fundamental de proteger los
territorios adquiridos, los intereses de los mismos, la causa católica y a
veces por intereses meramente dinásticos. Todo ello produjo el impago frecuente
de deudas contraídas con los banqueros, primero alemanes y genoveses
después, y dejó a España en bancarrota.
Los objetivos políticos de la Corona eran varios:
·
El acceso a los productos americanos (oro, plata) y
asiáticos (porcelana, especias, seda).
·
Minar el poder de Francia y detenerla en sus
fronteras orientales.
·
Mantener la hegemonía católica de los Habsburgo en Alemania,
defendiendo el catolicismo contra la Reforma Protestante.
·
Defender a Europa contra el Islam,
sobre todo oponiéndose al Imperio otomano. Además, se buscaba neutralizar la piratería berberisca que
asolaba las posesiones mediterráneas españolas e italianas.
Ante la
posibilidad de que Carlos II decidiera apoyar la mayor parte de las cargas de su
imperio en el más rico de sus reinos, el de Castilla, lo cual no
gustaba a los castellanos que no deseaban contribuir con oro, plata o caballos
a guerras europeas que sentían ajenas, y enfrentados a un creciente absolutismo
por parte del rey comenzó una sublevación que aún se celebra cada año llamada
de los Comuneros,
en la cual los rebeldes fueron derrotados. Carlos II de España y luego V de
Alemania se convertía en el hombre más poderoso de Europa, con un imperio
europeo que sólo sería comparable en tamaño al de Napoleón.
El Emperador intentó sofocar la Reforma Protestante en la Dieta de Worms,
pero Lutero renunció a
retractarse de su herejía.
Firme defensor de la Catolicidad, durante su reinado se produjo sin embargo lo
que se llamó el Saco de
Roma, cuando sus tropas fuera de control atacaron la Santa Sede después de que el
Papa Clemente VII se
uniera a la Liga de
Cognac contra
él.
Pese a que Carlos
II era flamenco y su lengua materna era el francés vivió un proceso de españolización o, más
concretamente, decastellanización. Así, cuando se entrevistó con el
Papa, le habló en español y más tarde, cuando recibió al embajador de Francia,
el diplomático se sorprendió de que no usara su lengua materna, a lo que el
emperador contestó: «No importa que no me entendáis. Que yo estoy hablando
en mi lengua española, que es tan bella y noble que debería ser conocida por
toda la cristiandad». Esta frase ha calado bastante en los españoles y,
siglos después, aún se utiliza el dicho «Que hable en cristiano» cuando un
español (o casi todo otro hispanoparlante) quiere que se le traduzca lo dicho.
Por otro lado, los alemanes tienen otra frase que también proviene de Carlos I de España o Carlos V de
Alemania que dice Das kommt mir spanisch vor o "esto me
resulta español" que sería el equivalente en español a "esto me suena
a chino" que se dice pronunció el rey cuando observó los protocolos de la
corte española.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_de_Oro
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